Viajeros con ganas de ayudar
Con causa. Lion Park es un parque ecoturístico en Sudáfrica que busca proteger al león blanco, el chita y al perro salvaje.
- Placer
Experiencias
que cambian la manera de mirar el mundo y nos vuelven solidarios con un
desconocido y conscientes de la vulnerabilidad de la naturaleza
GUADALAJARA, JALISCO (23/DIC/2012).-
Las tendencias de viajes para jóvenes han cambiado. Ahora buscan
horizontes que les permitan conocer otras culturas, aportar algo para
ayudar a la humanidad o al medio ambiente y hacer amigos.
Agencias de turismo como Mundo Joven ofrecen alternativas, como los programas de voluntariado divididos en tres clases: social, protección de flora y fauna y el que combina la parte social con un tour por el país.
De acuerdo con Sara Basurto, gerente del programa de esa agencia, se ofrecen alrededor de 100 voluntariados en más de 40 países. En Laos, a los monjes budistas se les enseña inglés y, en retribución, ellos aportan técnicas de meditación; en México existen programas para la conservación del puma y el jaguar; en Tailandia, el participante hace labor en un orfanato de elefantes; en Camerún, contribuye al cuidado de los gorilas; en Brasil, trabaja por la conservación del delfín rosado y, en Perú, por el cuidado infantil.
Los costos oscilan entre mil 700 y siete mil dólares. Cubren vuelos, estancia, comidas y actividades. La duración del viaje varía: de una semana a seis meses. No hay límite de edad.
Para ser voluntario hay que estar dispuesto a no bañarse en varios días, a ensuciarse la ropa, a adaptarse a la comida de la región, a dormir en sitios que a lo mejor no son muy cómodos y, lo más importante, uno debe tener muchas ganas de ayudar.
El dinero que se invierte en este viaje se utiliza para dar continuidad a los programas sociales y para seguir trabajando en la conservación e investigación del medio ambiente.
Antes de recomendar un voluntariado, la agencia Mundo Joven debe verificar que el lugar y las actividades aporten lo necesario para cumplir el objetivo: vivir una experiencia que sirva para ayudar a la sociedad o proteger la naturaleza.
Arquitecta de casas para pingüinos
Isabel Von Barthalis se ofreció como voluntaria en Phillip Island Nature Parks, un parque ecoturístico con atracciones: Penguin Parade, donde se admira la marcha del pingüino azul; un centro de conservación del koala; Churchill Island, con actividades agrícolas y el Centro Nobbies, que exhibe el mundo marino del océano del sur de Australia.
El parque está en Victoria, a 90 minutos de Melbourne. Es un sitio que forma parte de la Península Mornington y Western, declarada Reserva de la Biósfera por la UNESCO.
Isabel tomó trozos de madera, clavos y un martillo para construir casas alrededor de Summerland Beach para una colonia de 4 mil pingüinos. Miden 30 centímetros, por lo que son los más pequeños del mundo.
Todas las noches, después de que regresan de un chapuzón en el mar, los pingüinos entran en estos refugios y cada día, antes de que salga el sol, dejan sus madrigueras para nadar alrededor de 100 kilómetros en busca de comida.
“Su regreso se conoce como la marcha de los pingüinos: un desfile maravilloso. Desde un mirador se observa cómo surfean entre las olas y, una vez que salen del mar, hacen un recorrido sobre la arena, uno tras otro, hasta llegar a su casita”.
Es un trabajo que se hace con mucha ilusión al imaginar que el esfuerzo servirá para proteger a estos animales de depredadores como el zorro, que puede matar a 30 o 40 pingüinos sólo por diversión. También los resguardan de la temperatura, que llega a subir hasta 50 grados.
A cuidar leones, en Sudáfrica
Los hermanos Sada viajaron el invierno pasado a Sudáfrica como voluntarios en Lion Park, otro parque ecoturístico que busca proteger al león blanco, el chita y al perro salvaje. Es un refugio a la mitad del camino, entre Johannesburgo y Pretoria.
Su primer contacto fue Jonathan, el chofer que los llevaría del aeropuerto a su destino. Llegaron directamente a una casa de campaña tipo militar para dormir juntos, pero no esperaban que algunos ruidos extraños fueran a interrumpir su sueño: eran los leones juguetones e inquietos. “La primera noche fue terrible”, confiesan, porque creyeron que los animales estaban sueltos.
Al día siguiente realizaron un tour por las instalaciones del parque y recibieron unas playeras como uniformes. Su misión: dar de comer a los animales, limpiar sus áreas de estancia, darles medicamento a los leones enfermos. El trabajo más pesado era jugar con ellos.
“Tuve la oportunidad de alimentar y entrenar a una jirafa bebé, pero la experiencia que marcó este viaje fue cuando me quedé trabajando en el turno de la noche para atender a los animales. Inesperadamente el campo se incendió. Envolví el suéter en mi cara y durante todo el proceso me quedé ayudando a apagar el fuego. Teníamos que proteger a las hienas y leones”, recuerda Karla de 23 años.
Valeria, de 20, explica que aprendió mucho sobre el comportamiento de los leones. Que a partir de las tres de la tarde comienzan a alborotarse porque la hora de su comida se acerca. Aunque son jóvenes, a los seis meses pueden llegar a medir el doble de un perro labrador. Jugueteando pueden lastimar a cualquiera con un rasguño, incluso muerden, por eso es importante estar atentos, utilizar ropa gruesa, hablarles fuerte y calmarlos con un pequeño golpe en la nariz. Estos felinos expresan mucho con la mirada y actitud corporal.
No sólo se trataba de adquirir conocimiento sobre los leones, también sobre las jirafas, los antílopes y, además, compartir todo eso con los visitantes del parque, con los que interactuaban de vez en cuando.
Los hermanos son los primeros voluntarios mexicanos de Lion Park. Cuentan que, en un principio, los administradores y especialistas del lugar eran personas muy secas, pero con la personalidad que caracteriza al mexicano se ganaron su cariño. Su relación era tan buena que los dejaron trabajar en varias áreas restringidas, como cuidar de los leones, leopardos y jirafas bebés, que de acuerdo con políticas del parque no está permitido por cuestiones sanitarias.
El itinerario del viaje no sólo incluía ir a trabajar, también hacer algunos recorridos, como el del parque Croc City, de reptiles y arácnidos; visitaron un santuario de elefantes y se animaron a probar platillos típicos hechos con cocodrilo y antílope.
Maestra de inglés en India
El choque cultural que recibió Jessica Martínez fue inmediato. Hace un año decidió que era el momento de hacer algo por otras personas, así que no lo pensó y emprendió un viaje a la India para dar clases de inglés a los niños de diferentes comunidades.
Con la ayuda de Idex, empresa india que recluta jóvenes dispuestos a ayudar y al mismo tiempo a disfrutar de un país extraño, logró convertirse en voluntaria.
“Las aldeas están acostumbradas a los voluntarios, en su mayoría europeos y jóvenes entre 18 y 23 años. La empresa nos reparte en escuelas rurales donde los niños de cinco a 10 años comparten una misma clase. La finalidad es que aprendan inglés y puedan atender a los turistas”, explica.
Jessica tuvo contacto con niños de Nueva Delhi, Himachal Pradesh, Palampur, Damao y Goa. Fue un mes muy intenso.
El cariño de los niños es al instante, se acercan sin temor y comienzan a repartir abrazos.
Se les enseña lo básico: colores, canciones y se juega con ellos.
En Jaipur, además, visitó el Jal Mahal o Palacio de Agua, un vestigio arquitectónico que revela el lujo de los maharajás. En Dharamsala fue a la casa del Dalai Lama y en Agra al Taj Mahal. Montó camellos y elefantes e hizo una parada en el desierto para quedarse en un campamento.
“Cada tres o cuatro días cambiábamos de destino. Cuando vas de voluntario debes tener conciencia de que dormirás unos días en sleeping y otros en hoteles de tres estrellas, además es importante mantener respeto por la cultura que vas a conocer”.
“Es importante tener una visión de lo que hay afuera, que no sólo existimos nosotros. Además, un viaje de este tipo, permite entender un poco más cómo es nuestro mundo”.
PARA SABER
Paso a paso
- Motivación. Tener interés por el programa de voluntariado.
- Perfil. Se aplica una entrevista para verificar que sus expectativas sean adecuadas.
- Papeleo. Se llenan formatos de inscripción.
- Pago. Realizar depósito a cuenta total.
- Idioma. Segunda entrevista para evaluar nivel de inglés.
- Aceptación. Al cumplir con los requisitos se confirma el voluntariado.
- Asesorías. Para tomar las debidas precauciones en visado y vacunación.
- Servicios. Ayuda con servicios adicionales como avión y seguro médico
- Informes. Agencia de viajes Mundo Joven, teléfono 01 800 000 07 89 Web: “www.mundojoven.com”
Agencias de turismo como Mundo Joven ofrecen alternativas, como los programas de voluntariado divididos en tres clases: social, protección de flora y fauna y el que combina la parte social con un tour por el país.
De acuerdo con Sara Basurto, gerente del programa de esa agencia, se ofrecen alrededor de 100 voluntariados en más de 40 países. En Laos, a los monjes budistas se les enseña inglés y, en retribución, ellos aportan técnicas de meditación; en México existen programas para la conservación del puma y el jaguar; en Tailandia, el participante hace labor en un orfanato de elefantes; en Camerún, contribuye al cuidado de los gorilas; en Brasil, trabaja por la conservación del delfín rosado y, en Perú, por el cuidado infantil.
Los costos oscilan entre mil 700 y siete mil dólares. Cubren vuelos, estancia, comidas y actividades. La duración del viaje varía: de una semana a seis meses. No hay límite de edad.
Para ser voluntario hay que estar dispuesto a no bañarse en varios días, a ensuciarse la ropa, a adaptarse a la comida de la región, a dormir en sitios que a lo mejor no son muy cómodos y, lo más importante, uno debe tener muchas ganas de ayudar.
El dinero que se invierte en este viaje se utiliza para dar continuidad a los programas sociales y para seguir trabajando en la conservación e investigación del medio ambiente.
Antes de recomendar un voluntariado, la agencia Mundo Joven debe verificar que el lugar y las actividades aporten lo necesario para cumplir el objetivo: vivir una experiencia que sirva para ayudar a la sociedad o proteger la naturaleza.
Arquitecta de casas para pingüinos
Isabel Von Barthalis se ofreció como voluntaria en Phillip Island Nature Parks, un parque ecoturístico con atracciones: Penguin Parade, donde se admira la marcha del pingüino azul; un centro de conservación del koala; Churchill Island, con actividades agrícolas y el Centro Nobbies, que exhibe el mundo marino del océano del sur de Australia.
El parque está en Victoria, a 90 minutos de Melbourne. Es un sitio que forma parte de la Península Mornington y Western, declarada Reserva de la Biósfera por la UNESCO.
Isabel tomó trozos de madera, clavos y un martillo para construir casas alrededor de Summerland Beach para una colonia de 4 mil pingüinos. Miden 30 centímetros, por lo que son los más pequeños del mundo.
Todas las noches, después de que regresan de un chapuzón en el mar, los pingüinos entran en estos refugios y cada día, antes de que salga el sol, dejan sus madrigueras para nadar alrededor de 100 kilómetros en busca de comida.
“Su regreso se conoce como la marcha de los pingüinos: un desfile maravilloso. Desde un mirador se observa cómo surfean entre las olas y, una vez que salen del mar, hacen un recorrido sobre la arena, uno tras otro, hasta llegar a su casita”.
Es un trabajo que se hace con mucha ilusión al imaginar que el esfuerzo servirá para proteger a estos animales de depredadores como el zorro, que puede matar a 30 o 40 pingüinos sólo por diversión. También los resguardan de la temperatura, que llega a subir hasta 50 grados.
A cuidar leones, en Sudáfrica
Los hermanos Sada viajaron el invierno pasado a Sudáfrica como voluntarios en Lion Park, otro parque ecoturístico que busca proteger al león blanco, el chita y al perro salvaje. Es un refugio a la mitad del camino, entre Johannesburgo y Pretoria.
Su primer contacto fue Jonathan, el chofer que los llevaría del aeropuerto a su destino. Llegaron directamente a una casa de campaña tipo militar para dormir juntos, pero no esperaban que algunos ruidos extraños fueran a interrumpir su sueño: eran los leones juguetones e inquietos. “La primera noche fue terrible”, confiesan, porque creyeron que los animales estaban sueltos.
Al día siguiente realizaron un tour por las instalaciones del parque y recibieron unas playeras como uniformes. Su misión: dar de comer a los animales, limpiar sus áreas de estancia, darles medicamento a los leones enfermos. El trabajo más pesado era jugar con ellos.
“Tuve la oportunidad de alimentar y entrenar a una jirafa bebé, pero la experiencia que marcó este viaje fue cuando me quedé trabajando en el turno de la noche para atender a los animales. Inesperadamente el campo se incendió. Envolví el suéter en mi cara y durante todo el proceso me quedé ayudando a apagar el fuego. Teníamos que proteger a las hienas y leones”, recuerda Karla de 23 años.
Valeria, de 20, explica que aprendió mucho sobre el comportamiento de los leones. Que a partir de las tres de la tarde comienzan a alborotarse porque la hora de su comida se acerca. Aunque son jóvenes, a los seis meses pueden llegar a medir el doble de un perro labrador. Jugueteando pueden lastimar a cualquiera con un rasguño, incluso muerden, por eso es importante estar atentos, utilizar ropa gruesa, hablarles fuerte y calmarlos con un pequeño golpe en la nariz. Estos felinos expresan mucho con la mirada y actitud corporal.
No sólo se trataba de adquirir conocimiento sobre los leones, también sobre las jirafas, los antílopes y, además, compartir todo eso con los visitantes del parque, con los que interactuaban de vez en cuando.
Los hermanos son los primeros voluntarios mexicanos de Lion Park. Cuentan que, en un principio, los administradores y especialistas del lugar eran personas muy secas, pero con la personalidad que caracteriza al mexicano se ganaron su cariño. Su relación era tan buena que los dejaron trabajar en varias áreas restringidas, como cuidar de los leones, leopardos y jirafas bebés, que de acuerdo con políticas del parque no está permitido por cuestiones sanitarias.
El itinerario del viaje no sólo incluía ir a trabajar, también hacer algunos recorridos, como el del parque Croc City, de reptiles y arácnidos; visitaron un santuario de elefantes y se animaron a probar platillos típicos hechos con cocodrilo y antílope.
Maestra de inglés en India
El choque cultural que recibió Jessica Martínez fue inmediato. Hace un año decidió que era el momento de hacer algo por otras personas, así que no lo pensó y emprendió un viaje a la India para dar clases de inglés a los niños de diferentes comunidades.
Con la ayuda de Idex, empresa india que recluta jóvenes dispuestos a ayudar y al mismo tiempo a disfrutar de un país extraño, logró convertirse en voluntaria.
“Las aldeas están acostumbradas a los voluntarios, en su mayoría europeos y jóvenes entre 18 y 23 años. La empresa nos reparte en escuelas rurales donde los niños de cinco a 10 años comparten una misma clase. La finalidad es que aprendan inglés y puedan atender a los turistas”, explica.
Jessica tuvo contacto con niños de Nueva Delhi, Himachal Pradesh, Palampur, Damao y Goa. Fue un mes muy intenso.
El cariño de los niños es al instante, se acercan sin temor y comienzan a repartir abrazos.
Se les enseña lo básico: colores, canciones y se juega con ellos.
En Jaipur, además, visitó el Jal Mahal o Palacio de Agua, un vestigio arquitectónico que revela el lujo de los maharajás. En Dharamsala fue a la casa del Dalai Lama y en Agra al Taj Mahal. Montó camellos y elefantes e hizo una parada en el desierto para quedarse en un campamento.
“Cada tres o cuatro días cambiábamos de destino. Cuando vas de voluntario debes tener conciencia de que dormirás unos días en sleeping y otros en hoteles de tres estrellas, además es importante mantener respeto por la cultura que vas a conocer”.
“Es importante tener una visión de lo que hay afuera, que no sólo existimos nosotros. Además, un viaje de este tipo, permite entender un poco más cómo es nuestro mundo”.
PARA SABER
Paso a paso
- Motivación. Tener interés por el programa de voluntariado.
- Perfil. Se aplica una entrevista para verificar que sus expectativas sean adecuadas.
- Papeleo. Se llenan formatos de inscripción.
- Pago. Realizar depósito a cuenta total.
- Idioma. Segunda entrevista para evaluar nivel de inglés.
- Aceptación. Al cumplir con los requisitos se confirma el voluntariado.
- Asesorías. Para tomar las debidas precauciones en visado y vacunación.
- Servicios. Ayuda con servicios adicionales como avión y seguro médico
- Informes. Agencia de viajes Mundo Joven, teléfono 01 800 000 07 89 Web: “www.mundojoven.com”
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