Elefantes y elefantas
2.- Pero es verdad que ya está bien de matar animales salvajes por puro placer. Déjenlos corretear por esas sabanas, que se busquen la vida y no los molesten. A unos cuantos se les acabará el negocio; probablemente también a ciertos mandatarios africanos que se enriquecen autorizando al rico y poderoso a matar al pobre bruto. Yo detesto la caza y deploro la actitud de esos cazadores que se retratan con sus trofeos, conseguidos siempre en superioridad de condiciones que el animal abatido. Franco , al que le gustaba mucho matar, disparaba contra pobres alces, él parapetado en una garita y con un criado al lado que le cargaba el arma. Así cualquiera. Para hacer la cosa más justa, Fraga tiraba al culo de Carmencita Franco y así permanecía fiel la balanza. Y, para descompensarla, entonces el caudillo organizaba un fusilamiento; y de esta guisa fue discurriendo el régimen, felizmente extinto.
3.- Cuando el monarca sane, ojalá que no le entre el pica-pica y vuelva a hacer de las suyas con los elefantes y las elefantas. Porque, además, Botswana no se lo iba a permitir, aunque siempre hay trucos; digo yo. Habrá que estar vigilantes. Ya fue otra vez a cazar un oso a Bulgaria, o a Rumanía, que yo en el Este me pierdo. Hay que recordarle a don Juan Carlos que al rey godo don Favila lo mató y se lo comió un oso, tras el característico abrazo; porque ya se sabe que hay abrazos que matan. Vamos a estarnos tranquilo y a esperar que el taller le arregle la pieza rota al rey, que buena falta le hace porque el pobre andaba fatal y con muchos dolores. Y que no tenga que ir a cazar en taca-taca.
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