Cómo las ballenas abren sus bocas gigantescas
Una ballena azul consume en cada bocanada cerca de 500 kilos de krill, un volumen de alimento que le aporta 500.000 calorías.
Las ballenas azules, los
animales de mayor tamaño que jamás hayan existido, pueden recoger en
cada bocanada y en apenas diez segundos hasta 100 toneladas de agua, de
la que filtran crustáceos como krill y otros organismos marinos.
Investigadores en Estados Unidos
descubrieron ahora cómo esos gigantes mamíferos logran coordinar sus
movimientos en forma tan espectacular y efectiva al engullir alimentos.
Un órgano localizado en la mandíbula
establece un nexo sensorial entre los músculos y huesos de esa zona del
cuerpo y el cerebro, según el estudio.
Cuando especies de rorcual, incluyendo
las ballenas azules, detectan que hay suficiente krill en el agua, se
zambullen. En determinado momento durante ese descenso abre su boca,
rota su cuerpo y acelera para forzar el ingreso del agua en su boca.
Las ballenas azules tienen huesos
maxilares inferiores separados, lo que les permite expandir la apertura
de su boca a hasta tres metros de ancho.
La piel desde la boca hasta el abdomen
tiene una estructura cavernosa con pliegues y puede expandirse para
contener vastos volúmenes de agua.
Del maxilar superior cuelga la llamada
barba de ballena, una serie de láminas con una estructura similar a un
peine, que filtra en cada bocanada hasta 500 kilos de krill, un volumen
de alimento que aporta 500.000 calorías.
Sensores
La barba de ballena cuelga del maxilar superior y tiene una estructura similar a un peine. Permite al animal filtrar crustáceos.
Los rorcuales tienen “uno de los métodos
de alimentación más extremos de los vertebrados acuáticos”, dijo
Nicholas Pyenson, del Instituto Smithsonian en Washington, uno de los
autores del estudio publicado en la revista Nature.
Y el rol del nuevo órgano identificado por los investigadores parece ser crucial.
Se trata de una masa gelatinosa, según
Pyenson. Ello explicaría por qué los científicos no lo habían detectado
antes, asumiendo que se trataba de algún tipo de fluido entre los
maxilares.
Al diseccionar la carcasa de una ballena, los investigadores descubrieron que el órgano tiene una estructura compleja.
Se encuentra en la punta del maxilar
inferior y contiene gran cantidad de terminales nerviosas. Pyenson y sus
colegas creen que los nervios funcionan como sensores que recogen
señales de la mandíbula cuando ésta comienza a abrirse y las envían al
cerebro que a su vez coordina los movimientos rápidos y dramáticos del
animal.
El órgano que se acaba de descubrir y cuya estructura está ampliada a la derecha, se encuentra en la punta del maxilar inferior.
Estación ballenera
El estudio, que fue realizado
conjuntamente con investigadores de la Universidad de British Columbia
en Canadá, fue posible debido al acceso que tuvieron los científicos a
una variedad de carcasas en una estación ballenera en Islandia.
Los científicos tuvieron acceso a carcasas en una estación ballenera en Islandia.
“Pudimos trabajar con muestras de tejido
de ballenas que acababan de morir. Y esto nos dio una oportunidad única
de analizar en detalle la anatomía de los animales”, explicó Pyenson.
Los científicos utilizaron imágenes de alta resolución para examinar las muestras.
Descubrir el órgano en la punta del maxilar inferior permitió a los investigadores “responder a muchos interrogantes”.
La zambullida de los rorcuales “es uno de los grandes eventos biomecánicos en el planeta”, dijo Pyenson.
“Y ahora comprendemos cómo las ballenas
logran ejecutar estos movimientos en forma tan rápida, abriendo la boca,
inflando la papada y cerrando la boca para evitar la salida de la
presa, todo en menos de diez segundos”.
Para Bill Sellers, zoólogo de la Universidad de Manchester, en Inglaterra, se trata de un “descubrimiento fascinante”.
“Hallaron un órgano que desconocíamos
hasta ahora, algo notable considerando que los seres humanos han venido
cazando ballenas durante siglos”, dijo Sellers.
Gareth Fraser, investigador de la
Universidad de Sheffield, dijo a la BBC que el descubrimiento revela una
adaptación única de los mamíferos a la vida acuática.
“Y también nos muestra cuánto debemos aprender todavía, incluso en el caso de los habitantes más grandes del océano”.
-Fuente: BBC MUNDO
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